menú

La cinematografía surge bajo la idea de poder grabar y transmitir la realidad, dado que a diferencia de la fotografía puede reproducir el movimiento (e incluso el sonido). Sin embargo, la cinematografía no es necesariamente fiel a la realidad, ni siquiera cuando se aspira a elaborar un documental o un reportaje periodístico, que requiere objetividad.

Toda grabación cinematográfica es un montaje: un ordenamiento arbitrario de las secuencias grabadas que, vistas de un tirón, adquieren lógica, sentido y verosimilitud. Tanto así, que las primeras proyecciones de los hermanos Lumière en Francia, en las que se mostraba un tren venir de frente al espectador, ocasionaba en el público un miedo instintivo que los hacía salir despavoridos de la sala, a pesar de que no corrieran peligro real.


De hecho, los filmes que solemos ver en el cine no se nos muestran en el orden exacto de su grabación, sino en el orden conveniente para su montaje, es decir, el orden de la historia narrada.